Las memorias persisten después de 63 abriles. Los agresores siguen amenazando volver, más no olvidan que en 72 horas convertimos su fiebre de sangre en pura cobardía.
En aquella aplastante derrota por playa Girón, el imperialismo subestimó al pueblo, a esa masa irredenta que había sufrido tantas desdichas. Pescadores, carboneros, campesinos y explotados de antaño, tenían mucho que defender; ni la vida importaba más que el triunfo.
Probada estaba la capacidad de resistencia, sobrada la valentía. De aquel Girón, heredamos la lealtad, solidaridad, heroísmo y valentía de hombres sencillos que se agigantaron a la pelea.
Aquella gran Victoria del 19 de abril de 1961 como bien alertó el Comandante en jefe Fidel Castro, nos salvó una vez de vivir lo que hubiésemos padecido si los invasores ocupan esta tierra.
El Houston descansa en el fondo del mar llevándose una costosa lección y abril sus flores abría para abrazar la Revolución, que transformó el lugar por donde desembarcaron los mercenarios en un sitio con oportunidades para el ser humano.
El verde natural de la Ciénaga de Zapata se vistió del blanco de las batas de los médicos, los maestros barrieron para siempre la ignorancia, llegaron entrenadores deportivos, y artistas para ensanchar la espiritualidad.
Renació a la par el país nuevo, gente que emprende hazañas cotidianas; la actualización de nuestro modelo económico en el empeño de una Cuba todavía más socialista, más promisoria por medio del trabajo creador.
Por esa razón, Girón es el episodio militar y político más grande de toda una década en el mundo, es la hazaña de un abril de 365 días, la del Primero de mayo con millones de obreros que salen a las calles a reafirmar su compromiso con la Revolución, la de cada septiembre de vuelta las aulas, y la de un sol resplandeciente que continúa brillando por nuevas victorias.
