A 44 abriles de un viaje sin regreso, su despedida no es verdad, porque el escritor universal siempre vive en sus obras y en sus públicos.
El último adiós de Alejo Carpentier deja una huella en la narrativa de este mundo, al ser un artífice de la renovación en el continente americano.
La partida luctuosa de este hombre Premio literario Miguel de Cervantes, gana en grandeza, amor, y exactitud que Cuba, su tierra adoptiva no olvida, por ser un teórico excelso, de pensamiento radical, progresista, revolucionario y antimperialista que desbordó los límites de su tiempo.
Carpentier es la evocación perenne de irrenunciable pluma, es de esas almas que se hace presentes en páginas literarias para trascender en generaciones apasionadas de sus letras, es la fuerza superior en el mundo de los libros.
Y aunque su cultura tuvo una ascendencia europea, supo con magistral soltura impregnarse de la espiritualidad, las raíces y la cultura de nuestros pueblos de América y el Caribe, para asimilar un concepto que singularizó su creación divina.
Es este ser inmenso, cubano hasta la médula, de onda sensibilidad y pensamiento estético, merecedor de una categoría cultural que trasciende lo real maravilloso con una imagen y belleza percibida en los antagonismos de la vida cultural y política del continente, como algo cotidiano.
Es sin dudas Alejo Carpentier, el creador que ha sabido narrar para todos los tiempos, porque sus pasos nunca estuvieron perdidos, cuya pluma distinguida de genialidad impresionante continúa alumbrando en Hispanoamérica, que le agradece por siempre.
Hoy su impronta recorre nuevos senderos en la música, la pintura, la danza, las letras, para rememorar por siempre este 24 de abril el último adiós de un escritor muy nuestro que su segunda Patria no hace indiferente.
