La esencia martiana deviene paradigma y ejemplo obligatorio para los niños cubanos que ven en sus ideales un modelo de hombre del futuro. José Martí Pérez, resulta imprescindible para la educación de las nuevas generaciones, Pinos Nuevos que florecen y se alzan en cada centro educacional.
Este 28 de enero cumpliría 171 años el Hombre de la Edad de Oro y como salido de uno de sus cuentos infantiles, como magia aparecen la carita de cada niño que sonríe y pone su nueva fe en el mejoramiento humano.
Se mezcla entre la multitud de pequeños uniformados que en las mañanas entonan jubilosos el Himno de Bayamo, corren y se divierten en los recreos, libres y felices.
Resurge El Maestro en la niña que abraza a su muñeca en un círculo infantil o el pequeñín que juega a los piratas empuñando el sable que regalara Bebé a Raúl. En un parque se sueña con las hazañas del sabichoso Meñique que también corretea y enseña a pequeños truquillos a sus iguales, los mismos que en sus aulas aprenden las historias del hombre contada por sus casas o de la cuchara y el tenedor, las proezas de los griegos y sus héroes.
La sensibilidad martiana llega en cada gesto amoroso de una madre, una maestra o instructora de arte. El más universal de los cubanos renace cada enero y su bigotudo rostro alienta e impulsa el mejoramiento humano.
