Para la sociedad cubana el 11 de julio es un día traumático, cuyo escenario adverso estremeció conciencias ante el oportunismo del norte revuelto y brutal frente a nuestras propias circunstancias.
El recrudecimiento del bloqueo en medio de la pandemia; la incitación al odio; el vandalismo y el pedido de una invasión militar, fueron atrocidades capaces de generar el más grande rechazo de nuestro pueblo. Sin embargo, estas crueldades se tradujeron en fuertes argumentos para buscar nuevas fortalezas creativas que contribuyen a hacer invencible la obra revolucionaria.
Las señales del 11 de julio devino en la gran oportunidad que comienza a dar sus frutos, con impacto positivo en la población continuadora del modelo de desarrollo socialista de la Revolución cubana.
Con asaltos de transformación social, los barrios más vulnerables del país, comienzan a cambiar su imagen, llevándoles desde distintos instituciones y organizaciones disímiles soluciones a problemas acumulados entre la falta de recursos, de iniciativas y de prioridades.
El inmediato despertar en muchas comunidades urgidas de un cambio de imagen con participación ciudadana, ha favorecido el mejoramiento del fondo habitacional, así como de las garantías de otras infraestructuras sociales que conllevan a la búsqueda de un nivel de calidad de vida.
La Revolución en los barrios vulnerables
Hasta esos barrios vulnerables han llegado artistas, instructores de arte, y aficionados para regalarles la autenticidad de la cultura cubana, provocando un cambio sustancial, evidentes en nuevas formas de pensar para el progreso colectivo.
Con estos encuentros se abren grandes expectativas que deben ser encausadas, porque esta manera de poner el oído en la tierra debe convertirse en un estilo de trabajo para el que tenga una responsabilidad de dirección.
Detener lo viejo, lo decadente; proponer argumentos a tono con las necesidades y aspiraciones de la gente que viven en estos barrios vulnerables, debe ser prioridad en el actuar verdadero, para que las conciencias tengan sus propias experiencias en contraposición a los sucesos del 11 de julio, cuyo golpe fue asegurar un puesto en el festín de los apátridas.
Si continuamos removiendo lo obsoleto; impulsando lo renovador, la desidia no tendrá cabida en la Isla, porque la Revolución espera por nosotros.