Nadie más que Fidel podía hacerlo. El compromiso era indelegable. La introducción era necesaria. El prólogo del gigante reconstruía el último combate del Che que arribó a Bolivia con ansias libertarias.
Las íntimas anotaciones de Ernesto Guevara en los días de la guerrilla, se publicaban por primera vez en Cuba después de su muerte, convirtiendo El Diario del Che en Bolivia en lectura inacabable.
Cuba recibe con pasión los testimonios escritos en los ratos de escasísimo descanso, en medio de épico y sobrehumano esfuerzo físico del eterno guerrillero.
Con toda la luz y el dolor de la lucha americana, el Ché escribía día a día con segura esperanza.
En la Isla, sus lectores hojeaban cada página con sed profunda, para conocer de la grandeza de un hombre con fuerza y principios, pese a su asma; para saber de un Quijote que recorrió América en su primera juventud en viaje memorable en motocicleta.
El público literario de la nación, agradecía las vivencias descritas en una América enferma y explotada, que el Ché quiso liberar de tales dolores, aquella que admiró en Neruda, Guillén y Vallejo, y en los oprimidos indios de hoy; la que conoció en Guatemala y en las sierras cubanas. La América de los pobres que amó Martí.
Cada episodio de la impronta Guevariana, contado de manera capsular con envidiable poder de síntesis, inmortalizó al internacionalista que supo tocar las fibras más sensibles de los revolucionarios.
Los hechos acontecidos en el Diario del Ché en Bolivia, permanecen vivos aún en cada palabra, en las conversaciones con los campesinos; rememora aquel 14 de junio, fecha de su cumpleaños 39, comiendo junto a los compañeros el último potaje.
Rememora sus ataques de asma reiterados ante la creciente escasez de medicamentos; la pérdida del joven Tuma, luego de la operación ejecutada por el mismo en la selva para rescatarle el hígado perforado por el enemigo.
Transcurridos 55 años, hoy primero de julio de la primera distribución masiva y gratuita en Cuba del Diario del Ché en Bolivia, cuya introducción necesaria fue escrita por Fidel, la obra literaria nunca se olvida, porque sus páginas aguardan valiosos testimonios para revivir y sentir la querida presencia del Comandante Guevara.