“Rubén Bravo” mártir del Movimiento 26 de julio, se preocupa como maestro por la enseñanza de sus discípulos en una de las escuelas que perpetúa su nombre. Es la comunidad del Plan Turquino “El Guineo”, del poblado de Maffo, donde el amor por todas las formas de vida en la tierra, se le transmite a pioneros de la referida institución educativa.
Porque la variedad de la vida en el universo es para esos niños interés y pasión, visibles en sentimientos y conductas de cuidado y protección del medio ambiente.
Tras ese reto, las políticas educativas de la “Rubén Bravo”, siembran saberes en defensa de la salud comunitaria para asegurarle al hombre y a la población aire puro, uso del agua, animales saludables, montañas pobladas, jardines hermosos, peces y bosques protegidos, y alimentos seguros en la mesa.
Inspirados en las enseñanzas de Martí, quien sentenció que la naturaleza cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre, estos exploradores de la diversidad biológica hacen de la educación ambiental buenas prácticas en busca de un ecosistema sostenible.
En esta zona rural, el conocimiento directo y fecundo por madre natura aviva, no cierra el paso a nadie, no hay divorcio entre niños y aves, entre peces y pescadores, entre floresta y hombres forestales, entre ganado y campesinos, entre tierras y produbiodiversidad es interés y pasión.
En predios de la escuela “Rubén Bravo” de El Guineo, se aprovechan las excursiones para conocer insectos y plantas, se habla del entorno y se enfatiza en cuán importante es no talar un árbol y cuidar los pajarillos del monte.
Allí se instruye también cómo deben prepararse para enfrentar el cambio climático con participación pedagógica, familia y comunidad, para seguir encontrando poesía en los libros de ciencias naturales, para continuar defendiendo el orden del mundo, para seguir amando la autenticidad de su ambiente rural en la propia simbología de su naturaleza.