El bloqueo de Estados Unidos contra Cuba ha sido una política dedicada a asfixiar a un país, a un pueblo, aún en los momentos más difíciles.
Por más de 60 años, esta política hostil ha sido la causa de grandes pérdidas monetarias e irreparables daños al bienestar de hombres y mujeres de Cuba.
Más de 240 medidas, 55 de ellas en tiempos de pandemia fueron tomadas durante el mandato de Trump para arreciar todavía más, la situación económica cubana y crear inestabilidad en el país.
La realidad quizás trillada por nuestros medios de comunicación y utilizada en exceso para justificar torpezas propias, continúa causando daños a varias generaciones de cubanos, al obstaculizar el desarrollo de la nación.
El bloqueo sí es real, existe y busca controlar a toda costa las acciones económicas, financieras y comerciales que realiza Cuba. Dificulta las importaciones, exportaciones, el acceso a financiamiento y a productos imprescindibles para el bienestar de los cubanos.
Sin embargo, este castigo maquiavélico no podría defenderse desinteresadamente ni podría justificarse desde el amor.
Porque no se puede cerrar los ojos y el corazón, andar en modo sordo, o “hacerse el sueco” y desconectarse de todas las noticias y de toda la historia. O ser un analfabeto político, un defensor del anexionismo o un ingrato para culpar al socialismo de todos los males, y no al bloqueo.
Según mis consideraciones periodísticas, es inconcebible emprender un castigo colectivo contra todo un pueblo, impidiendo su desarrollo económico social, impidiendo salvar una vida, obstaculizando formar un atleta de alto rendimiento o intercambiar información científica, entorpeciendo una educación general gratuita y negando un fármaco o tecnología para el necesitado, y hasta entorpeciendo el arribo de combustible y alimentos a la Isla.
Ante esta cruda realidad, denunciemos con más fuerza que nunca esta política unilateral y coercitiva, esta pandemia permanente, este huracán constante, denunciemos esta hostilidad con apego al humanismo universal reconocido, en respeto a los derechos humanos de los cubanos y de acuerdo a las normas que regulan las relaciones internacionales.