De nuevo el tercer domingo de julio y Cuba invoca a su gran fiesta. Con trajes multicolores, risas y un brillo especial, los niños cantarán al sol estival para hacer gala de su mundo de fantasías.
Otra vez céntricas plazas, parques, calles y comunidades diversas, serán testigos de un amor singular conjugado con poesías, danzas, tarareos, juegos y payasos, para dar riendas sueltas a un tropel de sonrisas que festejará la vida.
Aún sin conciencia del mundo, la niñez este 16 de julio se vestirá de besos, suspiros y caricias para volar su imaginación y fusionarse a las esporas del viento y sin desventuras refulgir como flores, con puro candor, sin ataduras que rompan el encanto.
En la montaña o citadinos lares este tercer domingo de julio, el despertar tendrá una gran ilusión exhalando bellas sonrisas, alejadas de la tristezas cual viejas leyendas y de otros contextos del orbe que aclaman por la salvación porque no pueden salvarse a sí mismo.
Sujetos plenos de derechos y responsabilidades, gracias a un Código de las familias que cambia de paradigma, la infancia de Cuba, muy bien cuidada con amor y esmero, celebrará al igual que ediciones precedentes, con afecto de quienes lo acogen en fiesta de alegría y saber, con un toque mágico.
Echar al vuelo las campanas de la inocencia y de la esperanza, será la gran meta de la fiesta de mañana, donde asistirán niños felices que disfrutarán del brillo del sol, niños que aman una simple flor, la tierra, el mar, a sus maestros y sus padres.
Este 16 de julio, será un domingo de candor infantil, de ver volar palomas en señal de paz y seguridad, de un mundo lleno de colores y fantasías, donde niños y niñas expresarán a viva voz el agradecimiento de ser la esperanza del mundo.