Regresa el escritor en sus letras sin haberse ido nunca. A 43 abriles de un viaje que algunos creyeron de muerte, su despedida no es verdad, porque Alejo Carpentier siempre vive en sus obras y en sus públicos.
Su adiós no puede ser indiferente a la evocación de los suyos. El reencuentro, en su Cuba de elección, con los hombres y mujeres del arte y de las letras que extrañan el vacío del Premio literario Miguel de Cervantes, hoy cobra vida, exactitud, amor, fortaleza.
Alejo Carpentier, es la expresión de la señal del destino, sostenida por una vocación irrenunciable de escritor, es de esos hombres que se hace presente en páginas y espacios para trascender en el tiempo con encanto peculiar.
Mantenerlo vivo es el gran reto de las letras cubanas, las que agradecen infinitamente a uno de los creadores de la renovación literaria en Latinoamérica, las que reconocen a un ser de una fuerza superior en el mundo de los libros.
La música, la pintura y la danza, reviven a Carpentier, quien le otorgó valor al gesto para suscitar la emoción colectiva, quien vio en el arte danzario el alfabeto gestual de la forma del cuerpo, quien echó la suerte andar al ballet de Cuba con sus genuinos libretos.
Hoy sus pasos no andan perdidos porque el tiempo no se detiene. El siglo de las luces continúa alumbrando a Hispanoamérica, tras la historia de los pueblos. Ecué- Yamba-O sigue siendo su primera novela reflejo de nuestras culturas ancestrales.
Su impronta descubre nuevos amaneceres para sus sueños de otrora. Hacer lo suyo en la común tarea transformadora, fue su mayor disposición.
Alejo Carpentier nunca reclamó honores y privilegios como paradigma de Consejero Cultural de la Embajada de Cuba en Francia, porque su Patria como ceiba de raíces poderosas, rememora este 24 de abril la muerte que nunca acaba de un escritor cubano, padre de lo real maravilloso.