El 18 de septiembre de 1960, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, Primer Ministro del Gobierno Revolucionario de Cuba llegó Nueva York, Estados Unidos al frente de una delegación, que participaría en la Décimo Quinta Asamblea General de las Naciones Unidas.
La Agencia Central de Inteligencia y elementos de la mafia, preparaban desde agosto un plan de asesinato a Fidel Castro. Habían previsto detonar una bomba en la tribuna del Parque Central de esa ciudad estadounidense, donde el Primer Ministro cubano hablaría en un acto de solidaridad. El plan quedó neutralizado a última hora por un policía de seguridad, que custodiaba el lugar.
Aunque Fidel Castro, no desconocía el peligro al que se exponía, valoró que era necesario correr el riesgo, para hacer valer la voz de Cuba en la ONU frente a las campañas de mentiras y difamación sobre la Revolución elaboradas por las matrices de propaganda norteamericana y replicadas por la inmensa mayoría de los medios en el mundo.
No habían transcurrido 24 horas de su arribo a suelo estadounidense, cuando la gerencia del hotel donde se hospedaron los miembros de la delegación cubana, les notificó que debían abandonar dicho lugar y les robaron cinco mil dólares depositados como garantía de pago. Ninguna instalación hotelera importante accedió a acogerlos por presiones del gobierno estadounidense. Fue un gesto sin precedentes contra un mandatario foráneo y su comitiva en esa ciudad.
Ese clima de provocación estaba dirigido por la CIA, que perseguía quebrantar la moral y resistencia de la delegación cubana para que renunciaran a sus iniciativas ante tales conflictos y peligros. La reacción de Fidel Castro, lejos de todos los pronósticos esperados, fue ordenar de inmediato que se compraran casas de campaña y empacar las mochilas para acampar en los jardines de la sede de la ONU. Posteriormente, el líder revolucionario decidió aceptar el ofrecimiento solidario del dueño del hotel Theresa, una humilde instalación en la barriada afro norteamericana de Harlem, donde se hospedó durante los días que permanecieron en Nueva York.
Allí les fue difícil descansar, pues el centro fue rodeado por multitudes que día a día se concentraban frente a ese lugar y que aclamaban al líder, dando muestras de cariño y solidaridad de parte de los vecinos de la barriada negra de Harlem, lo que hizo ganar aún más el prestigio y reconocimiento del pueblo estadounidense al joven revolucionario cubano. También recibió numerosas visitas de personalidades asistentes al cónclave mundial, entre ellos: el presidente egipcio, el de la india, el de la Unión Soviética y del dirigente negro estadounidense Malcom X.
Finalmente el 26 de septiembre de 1960, el Primer Ministro del Gobierno Revolucionario de Cuba Fidel Castro, habló ante la Asamblea General de la ONU en un discurso que se extendió por cuatro horas y 29 minutos, el más largo pronunciado en toda la historia de la organización mundial donde, entre otros aspectos señaló:
” Desaparezca la filosofía del despojo y habrá desaparecido la filosofía de la guerra, desparezcan las colonias, desparezca la explotación de los países por los monopolios y entonces la humanidad habrá alcanzado una verdadera etapa de progreso”.
