¿De quién es la culpa?

Día mundial sin tabaco

Aunque nunca he puesto un cigarrillo en mi boca, me declaro fumadora. Estoy segura que mis pulmones habrán almacenado ciertas cantidades de humo y la nicotina, sin manchar mis dedos y mis dientes. Pero ¿De quién es la culpa? ¿Es de aquel que enciende su cigarro o tabaco en el coche o el bicitaxi que compartimos, o en la cola de la bodega o la farmacia, sin importarle que el humo pueda molestarme, sin preguntar?

Existen familiares o amistades que no siempre toman en cuenta la cercanía con uno mismo, y repletan ceniceros mientras toman café, existen también aquellos que te despachan en una cafetería, y sin miramientos te alcanza una fritura, una pizza o un refresco con el cigarrillo en la mano.

¿Leyes? ¿ Sanciones administrativas? ¿Multas? Cuba no ha sido de los países más aventajados respecto a la legalidad que regule o prohíba fumar en lugares públicos, aunque ya existe un soporte legal en colectivos laborales para proteger la salud del fumador y del no fumador.

En Contramaestre, coexistimos con una tolerancia desmedida en torno al hábito de fumar en la familia, la escuela, la comunidad, el centro laboral y salvo las prescripciones que establecen hacerlo en las áreas señaladas en restaurantes, o centros nocturnos o en los pasillos, salones y consulta de una institución hospitalaria.

Hoy, 31 de mayo, Día mundial de lucha contra el Tabaquismo, podemos tomar la fecha para proponernos abandonar ese vicio, que nos quema la salud y el bolsillo, provocándonos un deterioro físico y económico que conspira con los tiempos actuales.

En esta jornada que pretende involucrar a todos en la iniciativa de 24 horas de abstinencia y en la que toda acción no es suficiente para echar por tierra ese nocivo hábito, debiera prevalecer más la sensatez y cuidar más nuestra vida y la de quienes nos rodean. Abogar por un ambiente más saludable, libre de humo de tabaco, el que contiene nicotina, monóxido de carbono y el benzopireno, las que aumentan las probabilidades de adicción y consumo de otras drogas más letales, afectando también a los no fumadores que comparten el local y el ambiente.

Trastornos respiratorios y afectaciones en el crecimiento y desarrollo intelectual, son algunas de las nefastas consecuencias de este hábito para los niños, convirtiéndolos en fumadores pasivos, como esta reportera, a fuerza de no ser tomados en cuenta por los adultos.

Entonces… ¿De quién es la culpa? Es mía también, porque cuando aquel prende su cigarro o su tabaco en el coche o el bicitaxi que compartimos, sin importarle que pueda molestarme, yo me quedo callada. Es mi culpa también ser fumadora, porque cuando me visitan familias y amistades o asisto a una cola en la bodega o la farmacia, visualizo la corriente de aire y me aparto al lado contrario para no respirar su humo, como si esta práctica me salvara de la situación.

Y no escapo de la responsabilidad, cuando aquel que despacha en la cafetería o restaurante y mi oferta una fritura, una pizza y un refresco, no recibe de mí más que la mirada hiriente, sin saber muy bien la causa. Hoy quisiera no fumar más, aunque nunca he puesto un cigarrillo en mi boca.


Moraima Zulueta Gómez

Acerca de Moraima Zulueta Gómez

Periodista de Radio Grito de Baire

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