El derecho a la educación en el desarrollo de las naciones, es el objetivo esencial de la UNESCO al proclamar el 8 de septiembre como Día Internacional de la Alfabetización.
En pleno siglo XXI, mientras algunos gozan de vidas de ensueño, en el mundo existen más de 750 millones de personas analfabetas, y de ellas más de 30 millones están en América Latina y el Caribe.
Detrás de esas cifras aterradoras se encuentran las historias de vida de personas sin acceso a una escuela, a un puesto de trabajo y, por tanto limitados a una vida digna. No saber leer, escribir o hacer cálculos básicos, significa literalmente, no existir.
La Revolución cubana, que tempranamente extendió que solo el saber podía echar adelante al país, exhibe uno de los índices más bajos de analfabetismo en la región y los más altos de escolaridad, luego de emprender una gloriosa Campaña de Alfabetización.
Formar conciencia a través de la luz de la enseñanza en Cuba, en los años iniciales del enero victorioso, fue hacer otra Revolución, buscada en llanos y montaña, buscada con un manual “Alfabeticemos” y la cartilla “Venceremos”, la que facilitó el acceso universal a los distintos niveles de educación de manera gratuita.
Ese empeño de Cuba no se quedó en sus límites geográficos. Alfabetizar en diversas tierras del planeta fue cambiar vidas, fue la apertura de nuevos caminos, fue el coraje de abrir puertas al conocimiento.
El célebre método “Yo sí puedo” tocó países como Nicaragua, Angola, Haití, Honduras, Venezuela y Bolivia, entre otras naciones, que hablan del éxito de un programa, que a la luz de los nuevos tiempos, adopta sus métodos a las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones.
De esa grandeza, es el aporte de Cuba al mundo, para que el aprendizaje no siga siendo una quimera en otro Día Internacional del Alfabetización.