En Cuba hay sobradas razones para celebrar este 12 de agosto. La juventud de la Patria hoy está de fiesta con un lenguaje propio, con maneras muy distintivas de pensar, actuar, crear, aportar y trabajar.
Pese a la compleja situación económica que sacude al país y el impacto desfavorable en la vida de su gente, es la juventud la protagonista de un futuro mejor, la que debe buscar con inteligencia creativa soluciones bajo las duras condiciones de una Isla bloqueada.
Con una auténtica personalidad, la juventud cubana en movimiento, en transformación constante, es la voz partícipe de iniciativas inclusivas y progresistas.
Decir juventud en Cuba es sinónimo de cambio, de energías renovadoras y dinamismo que apuestan por el desarrollo común, es hacer coincidir su epopeya cotidiana con el propósito colectivo de construir y defender nuestra mayor obra que es la Revolución.
Enamorada siempre de la vida está la juventud de la nación con alegrías y metas, con sueños y compromisos, con entusiasmo y visión, con solidaridad para Cuba y para el mundo.
Y tras esa fraternidad con los jóvenes del planeta, donde prevalecen guerras, pobreza, violencia, multicrisis y exclusión, la juventud de Cuba ofrece su mano y su corazón.
Hoy el respaldo toca las puertas a los jóvenes de la hermana Venezuela, que conquistó en las urnas el triunfo electoral, a esa Palestina agredida, donde muchos niños, adolescentes y mujeres son heridos y otros mueren, a esos amigos universitarios y progresistas estadounidenses, que por defender la justicia son brutalmente reprimidos.
En nombre de Cuba, la juventud hoy dará la bienvenida a nuestros atletas participantes en las olimpiadas de París, y festejará por todo lo alto el aniversario 98 del natalicio de Fidel, con profundo amor y respeto por quién es y será nuestro Padre para toda la vida.