Manuel Ascunce, auténtico defensor de la obra educacional cubana

Manuel Ascunce Domenech y Pedro Lantigua

Corría el año 1945, era 25 de enero y el mes presagiaba el nacimiento de un niño que perpetuaría su nombre en la historia de Cuba. Manuel Ascunce Domenech fue el mejor regalo para sus padres Evelia y Manuel.

La ciudad de Sagua la Grande, antigua provincia de Las Villas, vio nacer a quien más tarde se convertiría en un ejemplo de valentía y patriotismo. Aunque los dos años de edad la familia se trasladaría a La Barriada de Luyanó, en la Habana, él siempre añoraba las vacaciones para regresar a su ciudad natal, a jugar pelota, a las bolas, a cazar tomeguines a orillas del río o tirarse en yagua de los acantilados.

Sus padres le inculcaron la disciplina, honradez, responsabilidad, el carácter jovial, con el cual ganaba la confianza y el aprecio de sus compañeros de enseñanza primaria y secundaria.

Con solo 16 años se incorporó a la defensa de la Patria. Ante el ataque mercenario de Playa Girón se hace presente en las guardias para la protección de su escuela secundaria básica si las circunstancias lo requerían.

Al llamado de Fidel para integrar las brigadas Conrado Benítez, Manuel solicita el ingreso en sus filas, el 23 de marzo de 1961. Con la preparación mínima técnica para alfabetizar, su uniforme y el farol que lo identificaba como brigadista, marchó hacia la casa de los campesinos Colina y Joseíto en la zona de Limones Cantero en Las villas y más tarde se traslada a la vivienda de Pedro Lantigua.

Durante su estancia en la casa de los Lantigua, se incrementó el ataque de las bandas contrarevolucionarias a la zona, por lo que orientaron evacuar prácticamente a los brigadistas de este lugar, pero Manuel Ascunce insistió en mantenerse en su puesto, cumpliendo con el deber.

Neyza Fernández Rojas, la única persona que el joven maestro logró alfabetizar totalmente cuenta esta historia: “Los bandidos llegaron a la casa de Pedro Lantigua como a las 7:00 PM, tocaron y vistiendo el uniforme de milicianos lograron confundir al campesino. Este abrió la puerta, tras la respuesta de Manuel -yo soy el maestro- se desencadenó la ira de los bandidos y arremetieron contra él y Pedro de la forma más brutal.”

Ofensas, amenazas punzonazos y torturas no fueron suficientes para los bandidos, cuando ya los tenían moribundos decidieron ahorcarlos a poca distancia de la vivienda, en dos ramas de una acacia quedaron exánimes los cuerpos. Este sería el último crimen cometido durante la Campaña de alfabetización por las bandas al servicio de la CIA y el gobierno norteamericano.


Adyanis Castillo Licea

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Adyanis Castillo Licea periodista de Radio Grito de Baire

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