Manuel Navarro Luna, símbolo de verso, amor y Patria es un poeta que nunca muere, vibrando en los corazones de los hijos de la nación con aquel verso sobre Santiago de Cuba que aún estremece en toda la Isla.
“Es Santiago de Cuba, no os asombréis de nada” es la exactitud poética de bautizo más intenso y perdurable para dar una imagen perfecta a una tierra preñada de Revolución, devenida en cuna imperecedera.
Manuel Navarro Luna, fue de esos intelectuales consagrados que nunca se equivocó. Fue un gigante. En el arte estaba su Patria, la virtud de su humildad en el mundo de las letras, en su propia existencia, en la sustancia de su poética.
Ajeno de los aplausos, dueño de una plural modestia, el poeta y militante fue un cubano que se sabía útil, agradecido por su magisterio, la limpieza de su alma y la belleza de su obra.
Es Manuel Navarro Luna, de esos hombres de pueblo que trascendió por su temprano compromiso con la justicia y la libertad, por sus principios éticos e ideológicos con verdadera efectividad, por enardecer su lírica en tiempos bien difíciles.
Aunque te marchaste aquel 15 de junio de 1966, tu poesía encendida e infinita es tan fuerte que triunfa el destino, triunfa la muerte, desarma la certeza de tu adiós.
No puede ser menos cierta tu partida porque los corazones de tu Cuba no se han secado, el amor no ha quedado mudo y las esperanzas aún permanecen vivas.
“Porque hay muertos que aunque muertos, no están en sus entierros; hay muertos que no caben en las tumbas cerradas y las rompen y salen con los cuchillos de sus huesos, para seguir guerreando en las batallas”.
