Como un ejército de luz que salió por llanos, montañas y barriadas para aniquilar de un tajo la ignorancia y el error, surgió la alfabetización en el mundo en busca de la insurrección cultural.
Enseñar a leer, a escribir, es la esencia viva de estos hombres y mujeres indetenibles, que luchan con las herramientas del saber, con voluntad de servir, dispuestos a fortalecer una sociedad más instruida y sostenible.
Sobre sus espaldas, las mochilas con las vocales y consonantes, los números y nuevas formas de tecnologías digitales, para despertar el aprendizaje en niños, jóvenes y adultos urgidos de conocimientos, habilidades y experiencias, válidas para vivir y convivir en la sociedad hoy.
En los espacios de aprendizaje la oportunidad para desarrollar la resiliencia y garantizar una educación de calidad, equitativa e inclusiva para hombres y mujeres de diferentes edades, credos y razas.
Formar conciencia a través de la luz de la enseñanza, con deseos infinitos de hacer, es la grandeza de quienes transforman el universo con una palabra verdadera, buscada en libros y cuadernos, escritas con tizas en el pizarrón, mostradas en un computador o tablet; es la grandeza de corazones que practican la filosofía eterna de instruir para salir de la pobreza.
Alfabetizar en diversas tierras del mundo es cambiar vidas, es la reconstrucción crítica del reino humano, es la apertura de nuevos caminos, es el proyecto histórico de un planeta común, es el coraje de decir abriendo puertas al conocimiento.
Con manos unidas en este Día Internacional de la Alfabetización, se erradica la ignorancia, se promueve la igualdad de género y la paz, al tiempo que se respetan los derechos humanos regando semillas del saber sin importar senderos.
Palabra alfabetizadora caminando lejos es y será frutos de enseñanza, es libertad de decidir, es recoger cosechas en abundancia para avivar la esperanza echando por tierra la incapacidad y la incultura.
