Las miradas calladas voltean hacia el llanero, en reverencia a un hombre que tuvo el mérito mayor de entrar vivo en la historia, al darle voz y luz a un pueblo para conquistar sus sueños. Ese fue Hugo Chávez.
Como líder venezolano hiciste de la utopía un desafío para construir la realidad, rompiendo ese yugo y desatando las cadenas de la libertad de un hemisferio que agradece la presencia eterna del guerrero inmortal.
Hugo Chávez no se ha ido, porque es y seguirá siendo el arañero de Sabaneta, el soldado, el fuego encendido, el sentimiento impregnado que alza la espada de Bolívar guardando la leyenda.
Una América unida, desafiante, próspera, fue su reiterado empeño, frente a un imperio brutal que no pudo apagar la valía de profeta de una tierra solidaria y verte crecer día a día como Comandante indetenible de la integración revolucionaria.
No creo que alguien haya escondido el sentimiento de una lágrima cuando anunciaron tu prisa, por la luz de tu sonrisa, de tu generosidad estáspresente en cada victoria, en los caminos de la historia de tu Patria agradecida.
Todo el que lleva en el alma tus doctrinas, empodera tu legado de ser guía, un faro, de ser una gloria divina tras los pasos de la esperanza y la salvación en nuestra sagrada tierra.
Hoy no te tenemos entre nosotros porque te despediste tempranamente sin olvidar nuevos amaneceres de retos y resistencia para ser verdaderamente libres.
Hugo Chávez no ha muerto porque es el alma humana en el corazón forjado con autoridad en la vida de los pobres, porque es el hombre de honor y respeto de la América que venera tus hazañas por el bien de la humanidad.

