A Contramaestre le cabe toda la gloria, porque su nombre es recuerdo imperecedero, es estampa viva convertida en Revolución, es leyenda de sacrificio y humildad, truncados sus sueños en plena flor de su juventud.
Es Rodolfo Rodríguez, de esos mártires de la Patria de convicciones arraigadas, que con sólo 13 años decidió por el oficio de comerciante y gastronómico para ayudar a su familia, a su amada eterna: Artemia Benitez.
Pero su afición por la mecánica consolidó su vida laboral, cambiando sus herramientas de trabajo por el fusil revolucionario.
La clarinada del 26 de julio aún llora la ausencia de su hijo, hecho a imagen y semejanza del movimiento de acción y sabotaje.
La otrora tienda de “La libertad” recuerda la bandera de colores blanco, rojo, verde y negro, símbolo de paz, de sangre, de esperanza y de luto de la nación, que ondeara por vez primera en Contramaestre.
En su mochila de sublime guerrillero, le aguardan las doctrinas del Maestro y cartas a su madre, cuyas letras aún estremecen el pecho de los cubanos.
“Mírame madre y por mi amor no llores”, es uno de los versos del Apóstol en una de las epístolas que trasciende en saberes de estudiantes en las escuelas, de trabajadores en fábrica distintiva local, y en hombres y mujeres de pueblo, que conviven en comunidades vecinas.
De valentía sin límites es este soldado de Contramaestre, quien camino hacia las puertas de Santiago, cayó en defensa de su Patria, en defensa de una Isla preñada de injusticia, analfabetismo, insalubridad, explotación, que 38 días después, vió la luz del enero victorioso, gracias a la gesta de Liberación Nacional.
A 64 años de su partida, Rodolfo Rodríguez Benítez, es símbolo y rebeldía, es legado y poesía, es Patria y conquistas, es insurrección infinita, es voluntad de elegir a delegados del pueblo, este 27 de noviembre, es Revolución en circunstancias adversas, es el Héroe que nos convida hacia el futuro.
Rodolfo Rodríguez: una leyenda convertida en Revolución
