Plazas, aulas y pasillos, repletas de alegría, es la huella visible este 22 de diciembre en cada escuela, donde un ejército en medio de las situaciones más complejas, está entregado a la pasión de educar.
Infatigables con todas las herramientas de la vocación, se reafirma el compromiso y agradecimiento, se afianza la pedagogía, se asegura el camino del conocimiento, se perfeccionan los nuevos saberes.
Convencidos de que el impacto del bloqueo en la vida cotidiana pesa mucho, maestros y profesores comparten ideas y soluciones para asegurar la mejor educación posible, no exenta de limitaciones, de desafíos en el orden material y espiritual.
Con derechos bien ganados, el Ejército de la luz de la enseñanza continúa con su misión diaria, personal que cultiva las nuevas generaciones que abraza el futuro, que despierta el legado pedagógico, que aviva el paradigma de altruismo honrando el nombre de la Patria.
Nuevamente la Campaña de Alfabetización venera a sus hombres y mujeres que no solo enseñaron a leer y escribir para derrumbar la ignorancia, porque la proeza, transcurridos 64 años, exhibe una fértil cosecha de médicos, ingenieros, juristas, economistas…, de profesionales diversos.
Otra vez el célebre maestro José de la Luz y Caballero trasciende la memoria pedagógica de la nación, pues “Enseñar puede cualquiera, educar sólo quien sea un evangelio vivo”.
Esa es la impronta que viaja en el tiempo para edificar conocimientos, cultura, saberes, costumbres, historia. Este 22 de diciembre no sólo se recuerdan faroles, cartillas, lápices y libretas; se reconoce el maestro frente a las actuales circunstancias con su generosidad humana y vocación solidaria, se reverencia a esos hombres y mujeres útiles para generaciones distintas para hacer una Patria mejor, más feliz, más inclusiva, más plena, más hermosa.
A los educadores de nuestro Contramaestre, de sabiduría probada hoy, mañana y siempre… Felicidades.
