Curso escolar, un final y un comienzo

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Para los estudiantes, los meses de julio y agosto se nos presentan como un tiempo de reposo, un descanso. Ciertamente, marcan el cierre de un curso escolar para dar paso, más adelante, a un nuevo periodo. Sin embargo, para quienes culminan una enseñanza, esta etapa adquiere un especial significado.

Las vacaciones tienen un sabor distinto para el alumno de sexto grado, que en poco tiempo cursará sus estudios en la secundaria básica; no se trata de un simple cambio de escuela, sino de una transición importante a una nueva etapa de la vida: la adolescencia. Nuevos profesores, nuevos compañeros, asignaturas más complejas, pero sobre todo, una mirada diferente al mundo. Ese espacio entre la niñez y la juventud es, precisamente, lo que complejiza esta transformación.

Similar es el caso de aquellos que terminan la enseñanza básica y la media superior. Unos comienzan a tomar decisiones determinantes para su futuro, pues deben elegir entre el preuniversitario, las enseñanza técnica profesional y demás opciones; otros llegan a la mayoría de edad, y se debaten entre las carreras universitarias de su preferencia, lo que marcará gran parte de su porvenir. En este punto, las dudas son una compañía habitual, y el temor de haber decidido mal, acecha constantemente.

Para los universitarios del último año académico, que ponemos fin a nuestra etapa estudiantil, el cambio es mucho más profundo. La satisfacción de alcanzar una meta tan valiosa es innegable, pero supone también el inicio de la vida laboral, muy diferente a lo que estamos acostumbrados. Las responsabilidades aumentarán, tendremos un compromiso social en nuestros nuevos puestos y formaremos parte de un gremio específico, con las peculiaridades que implica cada uno. Comenzaremos, además, a ser económicamente independientes, aunque, en algunos casos, esa no constituye una cuestión novedosa.

Lo cierto es que, para todos los mencionados, julio y agosto, más que un descanso, serán un tiempo de reflexión, pues el crecimiento personal, aunque abrumador, es inevitable y necesario; es una forma de prepararnos para lo que vendrá más adelante. El estudio es similar a la vida misma: un conjunto de pasos lógicos, de metas por alcanzar.

Por esto, desde los más pequeños hasta los que pronto seremos trabajadores, el apoyo de quienes nos aman será fundamental para reconocer y manejar las emociones que podemos sentir al dejar atrás una senda y emprender un camino desconocido. Al concluir el actual curso escolar, otra puerta se abre ante nuestros ojos.

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Yadila Mesa Chacón

Acerca de Yadila Mesa Chacón

Estudiante de periodismo

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