La Sierra Maestra los inmortalizó al abrazar su primera victoria; sobraba el coraje en el pecho valiente de un puñado de hombres que apostaron por la libertad.
El combate de La Plata los hizo grandes. Fidel era el líder de aquella guerrilla, demostrando que no había muerto, ni tampoco los expedicionarios del Granma estaban exterminados.
La fría madrugada de aquel 17 de enero de 1957 se hizo inmensa, perdurable, inscribiéndose en la historia como la primera batalla vestida de verde olivo que puso a prueba su táctica y estrategia militar, declarando la grandeza del Ejército Rebelde en las serranías orientales.
Eran guerrilleros del tiempo con ansias de justicia, de libertad plena, de despertar el saber en el campesinado oprimido, de llevar el conocimiento y la salud a familias sin instrucción, enfermas, de asegurar derechos sociales a su pueblo.
Cuba no olvida aquella histórica hazaña, en la que 29 soldados atacaron al cuartel de La Plata, revelando su dignidad en contraposición a una dictadura de turno sin principios, ni humanismo.
El camino era bien claro, preciso. La Plata con su cuartel se convirtió en llamas de la libertad para hacer de sus cenizas nuevos amaneceres de esperanzas, de luz, de progreso.
La primera acción ofensiva del Ejército Rebelde contra la dictadura batistiana en la Sierra Maestra devenida en victoria, marcó el comienzo de una tropa insurrecta que condujo al alcance de una Revolución cubana, que perdura por el bien de todos.
The first offensive action of the Rebel Army against the Batista dictatorship in the Sierra Maestra, which became a victory, marked the beginning of an insurrectionary troop that led to the achievement of a Cuban Revolution, which endures for the good of all.