Vuelve otro enero para recordar la muerte asesina de un héroe de la Patria, de aquel joven que hizo temblar a sus criminales para convertirse en símbolo perdurable de la vida.
Julio Antonio Mella, líder estudiantil de Cuba, es la semilla fértil de raíces profundas, es el talismán puro que inspira a la juventud cubana.
Con una vida breve, dinámica y profunda se despidió el paradigma de las actuales generaciones de jóvenes en la Isla, quien nunca le tuvo miedo a la muerte ante un adiós adelantado, nutrido de saberes y aptitudes.
Su extraordinaria personalidad realza la sabiduría edificada en su obra revolucionaria, al enseñarnos a defender la Patria para no perder los sueños con pensamientos positivos hacia el progreso.
Bajo la convicción que después de muertos somos útiles, que la fortaleza humana está en la virtud del hombre, Julio Antonio Mella marcó el camino con voluntad y determinación, señalando la senda a seguir hasta lograr la victoria.
Morir por la Revolución, es el legado imperecedero de Mella a todos los cubanos, es la pasión revolucionaria más sublime por ofrecer una libertad a todos los explotados de la tierra con sacrificio y honradez.
Desde la gloria en que habita, Julio Antonio Mella nos guía con su ejemplo y sus ideales para seguir siendo luz entre las estrellas, ese hombre de sangre mestiza que demostró su grandeza para amar y fundar.