Angélica Hernández Rodríguez, niña de primer grado del poblado de Maffo, se despertó feliz porque sabía que este 8 de octubre se convertiría en pionera.
“Seremos como el Ché”, es la frase de juramento que brotó de sus labios en su plaza estudiantil, cuando le colocaron alrededor de su cuello la pañoleta azul, que anudó su papá por primera vez, para ver a su hija inaugurando un símbolo que distingue en toda Cuba.
El tributo, acompañado de una flor como regalo, afianza la valía de una generación comprometida en hacer perdurable la promesa de estudiar, luchar y trabajar en honor a un humano mortal, convertido en héroe, en leyenda viva, en un gigante universal.
Pero no solo Angélica recibe su pañoleta azul por primera vez. Otros niños y niñas en igualdad de enseñanza, también ríen de felicidad por exhibir esta acreditación que apuesta por un futuro mejor.
Y es que el acto de iniciación pioneril en homenaje al Ché para convertirse en sus fieles herederos, deviene en Maffo en canto a la Patria, en ofrenda de gratitud a una Organización, donde los príncipes enanos aprenden a amar a Cuba.
Este 8 de octubre, esa pañoleta azul que combina con distintivas prendas escolares en niños y niñas de primer grado, es la esperanza de un universo infantil que mira hacia el mañana para garantizar la continuidad.
Esa reverencia al triángulo isósceles de la pañoleta que representa el cielo de la Patria, cuyos vértices del trilátero significan deberes como estudio, trabajo, y luchar por las conquistas revolucionarias, es el homenaje eterno de los “Pinos nuevos” de Maffo.
Es el homenaje también de Angélica Hernández Rodríguez, al igual que de sus semejantes, para regalarnos un mundo de paz, aportes y sonrisas, en una jornada tradicional de pañoletas azules, en recordación al Guerrillero Heróico.