Josué País, Floro Vistel y Salvador Pascual, son hombres que la historia recuerda, que viven en la memoria de su Santiago de Cuba, son hijos de la Patria que trascienden hasta la eternidad.
El dolor y la indignación por la verdadera masacre, jamás ha podido olvidar a los hijos de la urbe santiaguera, el ímpetu impecable de almas sedientas de justicia.
Se despedían tres héroes eternos de Santiago que desafiaron el peligro de bestias sangrientas, de tres jóvenes de miradas profundas y soñadores, apasionados por la libertad de su Cuba.
La intrepidez de estos guerreros los llevó hasta la tumba sin claudicar jamás, sin doblegarse, interrumpiendo el camino que los conducía por la senda recta.
El valor de estos soldados de la Patria caló el sentimiento de dolor y llanto en una ciudad que aún siente la ausencia de los cuerpos de temples acerados y nervios de hombre.
Nadie ha olvidado en Santiago ni en Cuba la caída de los jóvenes combatientes del Movimiento Nacional Revolucionario 26 de julio. Josué, Floro y Pascual se multiplican en cada semilla fértil, en cada joven agradecido de la luz de valientes hijos de la nación.
A 67 años del asesinato de estos tres jóvenes ametrallados por sicarios batistianos el 30 de junio de 1957, Santiago de Cuba no olvida a sus Héroes posesionados en el pedestal sagrado de la Patria.
En aquella jornada de luto que significó el cierre de junio había paradójicamente un renacer. En medio de la muerte, la ira y el desconsuelo, crecía algo indetenible: un pueblo entero avanzaba en pie de lucha, buscando la luz de la libertad.