Cuba revive hoy el nacimiento de uno de sus hijos ilustres, un revolucionario a toda prueba, un ser humano inmenso, en cuya obra debemos reencontrarnos para continuar el camino forjado en toda su dimensión.
Martí lo abraza eufórico en nombre de todo el pueblo, de la historia de la nación, al saber que fue un hombre leal a su tiempo, a su país, a Fidel, a Raúl, con una visión clara de futuro.
Armando Hart Dávalos, es de esos mortales que a la Revolución le entregó todo, sin titubear ni un instante, escogiendo la senda desde la teoría, la práctica y la transformación de un pensamiento martiano y marxista por esencia.
Las mejores virtudes del ser humano como la dignidad, la honradez, la entrega, el compromiso a las causas nobles, el sacrificio, la fidelidad, la sencillez, fueron cultivadas por este hijo ilustre de la Patria, de quien siempre habrá que hablar con palabras mayúsculas.
Armando Hart, nunca buscó honores ni reconocimientos; su hoja de servicio hablan de la grandeza, de su amor a la nación, de la inmensa obra que le distinguió como Ministro de Educación, Ministro de Cultura, fundador y miembro del Comité Central del Partido, Diputado del Parlamento cubano y dirigente de la Oficina del Programa martiano.
Como el gran sabio de la letra y la palabra, apegado siempre a la juventud, como el soñador incansable, se recuerda al batallador de voz clara y reflexiva, pero firme, de visión integradora y futurista, incondicional.
Cuba agradece eternamente este 13 de junio, el alumbramiento de un gran hijo ilustre que trasciende en distintas generaciones como paradigma y leyenda, como símbolo perpetúo en el pedestal glorioso de la Patria, a la distancia del aniversario 94 de su natalicio.
