La inmortatidad del legado de José Martí

José Martí

Era el 19 de mayo de 1895,  cuando al saber de la presencia de tropas españolas en Dos Rios, José Martí, a caballo y revolver en mano, se dispone a enfrentar las fuerzas enemigas, desobedeciendo la orden del General  Máximo Gómez de no ponerse en riesgo en el combate. Al instante cae mortalmente herido el Apóstol de las luchas por la independencia de Cuba.

José Martí decidió que era su deber no quedarse atrás, al margen de la batalla, él entendió que su lugar estaba en el frente de combate,   honrando la tradición mambisa de que el jefe siempre está en la vanguardia de la tropa.

No es menos cierto que la muerte de uno de los pensadores más extraordinarios que ha nacido en este hemisferio fue un duro golpe  para la lucha por  independencia de Cuba y Latinoamérica, pero ya Martí había desarrollado una obra que lo catapultó hacia la inmortalidad.

El pensamiento martiano estuvo presente en las luchas subsiguientes a la Guerra del ‘95: en la fundación del Partido Comunista de Cuba por Julio Antonio Mella y Carlos Baliño, y en Rubén Martínez Villena en el enfrentamiento a la dictadura de Machado.

El legado del Apóstol, cobró mayor fuerza en 1953, año del centenario de su natalicio, cuando un puñado de patriotas, al mando de Fidel Castro, asaltó el cuartel Moncada, cuyo autor intelectual, a decir del propio Fidel, fue precisamente José Martí. La Revolución fue el marco ideal para que pensamiento martiano se pusiera en práctica en toda su magnitud y se difundieran, tanto dentro como fuera de Cuba. En este contexto alcanzaron un lugar cimero,  sus ideas sobre la unidad, la justicia, la lealtad, el patriotismo, la ética y, por encima de todo, el anti-imperialismo y la defensa de nuestros pueblos ante las apetencias de la poderosa nación del norte.

Martí cabalga de nuevo, y ahora su campo de batalla son las tierras de América Latina y El Caribe. Lo acompañan, entre otros, la familia Maceo, Máximo Gómez, Simón Bolívar, Farabundo Martí, Augusto Sandino, Ernesto Che Guevara y Salvador Allende. En los últimos años se sumaron a este poderoso contingente Hugo Chávez y Fidel Castro.

La obra de nuestro Héroe Nacional es la luz que guía los pasos de quienes quieren mantener la dignidad alcanzada o de quienes aún tienen que luchar para alcanzarla. El pensamiento martiano es sencillamente inmortal.