¿Es posible imaginar en Contramaestre, oriente de Cuba, un joven políglota, de 21 años, estudiante de medicina, que se exprese en 7 idiomas?
¿Me creería si le digo que este joven ha leído en francés a los clásicos de la literatura de Francia; incluso, en ese idioma, textos clínicos vinculados a la salud?
¿Aceptaría usted que un joven así podría impartir clases de idioma, a médicos graduados con décadas de experiencia?
¿Cómo se identifica a personas así, que descubren el placer del conocimiento para elevarse en el camino de la virtud?
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