Para quienes somos cubanos de verdad y amamos Cuba, la noticia anunciada por el presidente Donald Trump, de revocar la decisión de Biden, para incluirnos nuevamente en la lista de Estados Unidos de países patrocinadores del terrorismo era de esperar, porque con el nuevo regreso del mandatario a la Casa Blanca, la política hacia la Isla tendrá un sello más espeluznante.
La victoria efímera, que no duró ni una semana, tuvo sus expectativas, a sabiendas que a partir del 20 de enero del actual año, renacería un gobernante con augurios de venganza, euforia anticomunista, antiinmigrantes, racista, expansionistas sin límites con aliados socios, adversarios y nuevos títeres.
Sin espacio para escrúpulos ni ética, la decisión arbitraria habla de las intenciones de Trump, tras su reelección, irrespetando un país que por más de 60 años padece de los efectos nocivos de una política unilateral que nos asfixia, poniéndonos contra la espada y la pared.
Estados Unidos al volver a incluir a Cuba en la espuria lista, se reconoce que no existe verdad posible, ni amor, ni justicia para un pueblo que decidió escoger su destino, luchando por su soberanía e independencia.
Sabemos que los tiempos que se avecinan no serán nada fáciles para la nación ni para el mundo, porque la administración de Trump pudiera empeorar las cosas.
¿Cómo insistir en una inclusión que discrimina la esencia del cubano, nunca comprometido ni partícipe con actos de terror? ¿Por qué no se valora las carencias del país, sumergido en una compleja crisis económica, para resolver los problemas y las diferencias? ¿Hasta cuándo esta filosofía de odio y de doble rasero?
Aunque Trump es un hombre de tendencia fascista, dispuesto a desafiar al mundo entero con sus ansias de dominio total, Cuba mantendrá la conducta de diálogo respetuoso, sin negociar sus principios y valores revolucionarios.
No ceder a chantajes, presiones, y decisiones enemigas, será la palabra de orden para resistir a cuantas injustas políticas adopten contra nosotros los políticos de los Estados Unidos.
Ojalá y el propósito de ser un gran dictador a lo interno de Estados Unidos y el gendarme global a lo nazi, exhiba su mejor rostro para no convertir en un infierno la humanidad del planeta. Mientras tanto, a Cuba le corresponde seguir desafiando su presente y su futuro ante una reelecta administración que ya comenzó a ser visible sus uñas y dientes.
No obstante la decisión, Cuba vencerá.