Octubre encierra el recuerdo imperecedero de dos grandes hombres, de par de leyendas orgullo de su pueblo, al saber que sus Héroes no están vivos pero tampoco muertos.
Ernesto Ché Guevara y Camilo Cienfuegos, hoy en el pedestal sagrado de la Patria, no se han ido porque sus memorias perpetuadas en el corazón de su gente, no se extinguen, no languidecen, no dejan de brillar para irradiar luz infinita.
Es el Guerrillero Heróico y el Señor de la Vanguardia, los puros diamantes de la historia que ofrendaron sus vidas tras los sueños de justicia, libertad, equidad, paz, amor, para convertirse en símbolos eternos que identifican la nación.
El Ché, cubano por adopción, es la inspiración de intransigencia revolucionaria, es el ejemplo de humanismo, es la firmeza ideológica de una Patria agradecida y de otras tierras del mundo.
Camilo, el sastre habanero humilde, es el guerrero sublime que conquistó estrellas y palomas, que regaló sonrisas y nuevos sueños, que defendió valores y principios, y aseguró generaciones llenas de vida, para ser de Patria o Muerte.
Ambos Héroes cabalgan indetenibles en su tierra que los ama con sentimientos intacto, profundo, sincero, que los abraza por siempre desafiando adversidades que nos conducen a no amilanar fuerzas para no quebrantar la Isla que nos cobija.
Sobradas razones perduran en nuestra Cuba para seguir queriendo a Camilo y Ché, para continuar defendiendo la esperanza de que un futuro mejor puede ser posible, para hacer nuestro el homenaje imperecedero de un octubre tradicional que enaltece dos grandes Héroes que no están vivos vivos pero tampoco han muerto.