Serafín Rodríguez Sánchez, es un trabajador forestal de Contramaestre que lleva sobre su espalda los años de una vida dedicada a los bosques. Cada línea del rostro ha sido tallada por los secretos de madre natura.
Desde pequeño ha sido testigo de la rutina silvícola. Carga junto al machete toda la experiencia del manejo de la foresta para que pueda purificarse el aire, para que los suelos sean más fértiles y reducir su temperatura, para que el mundo natural sea mejor. Aunque la edad ha ido limitando sus obligaciones, las ganas de “comerse el mundo” no las ha perdido.
Cada paso bajo la protección de frondosos árboles es un testamento de su conexión con la tierra; parece conocer cada raíz, cada tronco, cada rama. Nadie comprende del suelo, como Serafín; de sus manos crecen arbustos maderables y frutales. Es un hombre de campo curtido.
No sabe de tecnologías, modernidad o tendencias, no entiende de políticas, pero conoce de la importancia de reforestar para evitar males mayores. Este trabajador forestal, aprendió que sin los bosques desaparece la vida, que hay que preparar viveros para sembrar árboles del mañana, para asegurar un desarrollo sostenible; que amar a la naturaleza verde debe ser un acto de constancia infinita.
Serafín Rodríguez, en cada amanecer renueva su compromiso con la actividad forestal, porque sabe a conciencia que de su consagración depende un ambiente saludable, puro, de un prisma natural más acogedor. Desde la individualidad, este experimentado hombre contribuye al tratamiento silvícola que demanda las plantaciones mayores de tres años.
Chapeas, podas, talas selectivas, reposición de fallas, devuelven más salud a los árboles cultivados por Serafín. Hoy, Día de celebración del Trabajador Forestal, Contramaestre, agradece la presencia de hombres como Serafín Rodríguez Sánchez, quien casi ha llevado una vida entera amando a los árboles, para que el municipio exhiba un rostro verde en armonía con el medio ambiente.

