Regresa el 18 de julio y el mundo evoca un líder de renombre, de hechos y convicciones; un hombre convertido en leyenda que el universo admira por sus aportes a la democracia, la igualdad y la paz, Nelson Mandela.
Sesenta y siete años al servicio de la humanidad, como abogado defensor de los derechos humanos, como preso de conciencia, como primer Presidente elegido democráticamente de una Sudáfrica libre, se inscriben en la carrera inmortal de Nelson Mandela, quien demostró que los héroes firman y construyen la paz.
Su mensaje para el mundo es claro, porque demostró que los derechos de justicia se defienden a cualquier precio, se conquistan, porque mendigar es de cobarde.
Heroico en sus acciones, digno en su conducta, santificado en su imagen, Nelson Mandela es y será herencia perdurable; es y será cruz y guía, porque fue el amo de su destino, el capitán de su alma.
Durante 27 años de prisión, el líder sudafricano no bajó la guardia, no arrió la bandera de la esperanza, la dura cárcel templó su espíritu, su franco coraje; no transformó su sonrisa.
Al Premio Nobel de la Paz, le corresponde el honor de abrir el camino hacia una nueva Sudáfrica, no racial y unida en la búsqueda de la felicidad, la igualdad y el bienestar de todos sus hijos, para superar las secuelas del colonialismo y la esclavitud.
Ejemplo de perseverancia inclaudicable es este hombre de talla universal, inmenso, puro, quien hizo gala del perdón, no así del olvido antes quienes injustamente le encerraron en prisión.
Madiba, título honorífico otorgado sin ningún papeleo por los viejos del clan, es la inspiración que trasciende en Cuba con la condición de Nobleza natural ganada en su tierra.
Madiba no se rindió, salió de la cárcel levantando esas manos que no recordaban como acordonar zapatos, porque fue todo el tiempo un reo descalzo.
Madiba apenas puso un pie en la calle ya era Presidente para tener autoridad respetable, para ser la luz más cercana a la galaxia que nos alumbra, para demostrar que el amor es algo natural en el espíritu humano, para ser hombre de gloria en el universo.

