Media Luna revive hoy la llegada de un lucero que baña el amanecer con una fragancia que inspira el canto de los poetas, porque tu nombre es todo poesía, Celia Sánchez Manduley
Vestida de verde olivo se acerca la paloma que estremece a su Cuba, quien hizo Patria en grandes obras y en pequeños detalles, la que nació para perpetuar la historia con una intrepidez que le distingue con más luz que el astro rey.
El alma de la lucha guerrillera aviva el corazón de su pueblo como una mujer leyenda hecha de miel y de acero para personificar la ternura y la bravura en una nación que la recuerda hasta la eternidad.
Celia fue una cubana buena y sencilla, ágil y fuerte, convertida en sonrisa y tempestad; no es silencio ni olvido, porque es voz, aliento, esperanza, es vida, es pueblo en transformación.
Celia es la flor que perfuma la Sierra empinada, es la mariposa cuyos pétalos denotan el paso, el horizonte y la hoguera, para entregarle al ser humano libertad y vida en sus caminos; es la menuda mujer que trasciende en la modestia de obreros y campesinos, que fecunda la juventud tras la continuidad.
En los combates de las luchas clandestinas, aun se escucha su nombre de guerra. Norma, Norma del 26, de Frank, Norma de Fidel, Aly de la guerrilla, que viajó rumbo al monte bajo una tempestad cuajada de enero.
Celia es la estrella que alumbró la noche oscura en los días sangrientos de la guerra, es idea viva que fulgura, es la elegancia y dulzura, es la fémina que desde su pura niñez amó las flores de su tierra para coronar el sacrificio por el bien de los humildes.