Vuelve octubre y el Contramaestre recibe sus flores como perpetuo recuerdo. Con la singular tradición se recuerda al humilde sastre habanero que dejó atrás el oficio para salvar la bandera en manos de la esclavitud.
Camilo no ha desaparecido, porque el brillo de tus ojos habla de la grandeza de un guerrillero que desde temprana edad, escogió por férrea voluntad el camino del bien para aniquilar el lastre de la maldad enemiga.
Su mirada profunda se pierde entre la multitud de niños y jóvenes que aprenden de su obra, para comprobar si van bien, por el sendero correcto.
La libertad como meta fue el anclaje que te declaró hombre victorioso de Vanguardia, como el caudillo inmaculado que defendió a la Revolución por la salud de sus hijos; como el soldado de talla universal que amó a Cuba para que fuera libre e independiente.
Las aguas cálidas del Contramaestre hoy veneran las leyendas del Héroe de un gran corazón, cuya acción y pensamiento se convierte en memoria eterna. La plenitud de su gloria se reafirma como símbolo sagrado de la Patria amada; como Comandante del alba.
Y esa flor en el regazo de nuestro río que no te sepulta, rememora tus pasos sobre el tiempo que estremece aún tu imágen distintiva de sonrisa amplia y sombrero halón para acercarnos a tu esencia de guerrero; de un cubano que su pueblo lo siente muy cercano, indetenible.
Este 28 de octubre, el Contramaestre eterniza tu presencia con el sagrado compromiso que la justicia plena se conquista construyéndola; que la dignidad y la rebeldía son valores que no se negocian para mantener viva la Revolución aún en tiempos difíciles, para seguir siendo hombres y mujeres verdaderamente libres, como parte de un sueño conquistado por Camilo Cienfuegos.