Con marcada significación en la historia de Cuba está inscripto el 10 de octubre de 1868 , y es porque en esa fecha la decisión audaz y el gesto inmortal de Carlos Manuel de Céspedes hicieron repicar con un nuevo sonido la campana “La Demajagua”, anunciando el combate por la libertad y la dignidad plenas de los cubanos.
Han transcurrido 157 años cuando en esa jornada, un aguerrido grupo de patriotas intransigentes y esclavos liberados pusieron en marcha y para siempre la Revolución de “los humildes y para los humildes”.
Aquel 10 de octubre de 1868, hombres dirigidos por Céspedes protagonizaron ya el primer acto radical en la historia de Cuba: la abolición de la esclavitud, una decisión que como subrayó el Eterno Fidel “constituía la medida más radicalmente revolucionaria que se podía tomar en el seno de una sociedad genuinamente esclavista”.
A decir de Fidel en referencia a ese acontecimiento: “significa sencillamente, el comienzo de cien años de lucha, el comienzo de la Revolución en Cuba, porque en Cuba solo ha habido una Revolución: la que comenzó Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868 y que nuestro pueblo lleva adelante en estos instantes”.
Lo que continuamos siendo hoy, la primera Revolución Socialista en América, es obra de muchas generaciones de cubanos, en especial de aquellos que sin otra arma que sus machetes ganaron sublimes batallas en los campos invictos de Cuba Libre.
Por la estirpe de quienes con su ejemplo entregaron valerosamente sus vidas en los campos insurrectos, contamos con la fuerza para desafiar las complejidades del mundo de hoy, marcadas por las pretensiones del gobierno norteamericano para asfixiar a la Revolución cubana, la que no tiene ni tendrá retrocesos en sus conceptos de libertad, dignidad, justicia social e independencia.
Y es también porque los revolucionarios cubanos, con infinita gratitud, saben honrar a los forjadores de nuestras ricas tradiciones patrióticas, entre ellos a Carlos Manuel de Céspedes, como lo reclamó Martí, con reverencia y con ternura.

