La prensa como profesión ha vivido grandes cambios desde la aparición de Internet, los sitios web y las redes sociales. Adaptarse a estos formatos, constituyó todo un reto en sus inicios. Y justo cuando parecía que se había encontrado el equilibrio, aparece en escena la Inteligencia Artificial.
Esta herramienta permite elaborar noticias de manera automatizada por parte de cualquier usuario con acceso a ella. Es por esto que los debates en torno a sus implicaciones éticas se han extendido por todo el mundo.
Cuando se habla de Inteligencia Artificial y Periodismo, gran parte de las opiniones se inclinan hacia la desaparición de los profesionales de la prensa tal y como los conocemos. Ya no habría reporteros en las calles cubriendo eventos inesperados, ni comentarios profundos acerca de un problema social, solamente una máquina que escribe reportes para una revista informativa, un periódico o un noticiero estelar.
¿Y esto hasta qué punto es cierto? ¿Dejarán de existir los periodistas? ¿Quién dará las noticias en el futuro?
Puede parecer contradictorio, pero el camino que lleva hasta las respuestas comienza con un viaje al pasado. El Periodismo nació para suplir las necesidades de la sociedad de contar con información relevante, actualizada y confiable. Ya sea en prensa plana, radio o televisión, se espera de los periodistas una adecuada verificación de las fuentes, contextualización del contenido y un ejercicio responsable de la opinión.
En este sentido, la Inteligencia Artificial puede ser de enorme ayuda. Muchas tareas rutinarias pueden ser realizadas por este medio, como transcribir una entrevista o traducir un texto a un idioma extranjero. Así los periodistas tendrían mayor tiempo para ocuparse de las partes más reflexivas y creativas de su ejercicio profesional.
Sin embargo, el abuso de estas nuevas herramientas, puede ser perjudicial para la calidad del producto final que se presenta.
La Inteligencia Artificial aunque es capaz de generar textos, carece de pensamiento crítico y de juicio acertado frente a fenómenos políticos y sociales. El factor humano juega un papel fundamental en el quehacer de la prensa, que no puede ser sustituido por ningún algoritmo ni modelo matemático.
No se trata de despreciar los avances de la tecnología, sino de aprovecharlos con astucia y responsabilidad. La prensa debería servirse de la inteligencia artificial, en vez de ser sustituida por ella. No puede dejarse a cargo de un máquina, el que llamamos mejor oficio del mundo.