Caminar hoy por Contramaestre resulta bastante incómodo ver y hasta sentir la fetidez en espacios públicos, causada por el orine de muchos adultos que sin vergüenza de ningún tipo han hecho de esa necesidad humana un mal hábito que atenta con las buenas costumbres y la falta de higiene en el entorno citadino.
La penosa situación que retrata la pérdida de valores formados desde la tierna infancia, evidencia que las enseñanzas aprendidas desde épocas pasadas, ya no forman parte del comportamiento diario de no pocas personas.
Lastimosamente, nuestra ciudad se ha convertido en un urinario público, mal que va proliferando por día, tanto en cualquier esquina, aceras, portales de centros gastronómicos, como en las propias calles, donde en horarios diurnos o nocturnos, sorprende ver personas sin recato, sin pena, haciendo uso del irrespeto ante la urgencia inaplazable de miccionar.
Confieso que nunca antes había visto tanta impunidad sobre el asunto, pues es común ver hombres orinando pegados a un árbol o un poste ante el paso cercano de mujeres niños y ancianos, cuya conducta inapropiada deviene en un foco de insalubridad, una afrenta a la moralidad y a las normas de convivencia social.
Sin dudas este comportamiento ciudadano forma parte de la indisciplina social que crece diariamente, es intolerante, vergonzoso, deprimente. Se evalúa como un quebrantamiento de las normas legales para con la sociedad.
Es condenable orinar por ejemplo en los portales frente al Café cantante o en cualquier negocio privado expendedor de alimentos, en las esquinas de nuestra emisora o de la céntrica dulcería El sol.
Aunque es verdad que existen atenuantes por posibles problemas de salud, ingestión de tan gustada cerveza, y hasta limitados baños públicos para tales fines, es cierto también que quienes hacen uso de esta práctica, debieran ser multados por las autoridades competentes, a fin de frenar esta modalidad que desdice de la moral y el civismo.
Por lo pronto sirva este comentario para reflexionar sobre una problemática social que afecta comportamientos y salud ambiental, pues de continuar con la costumbre, mi ciudad, nuestra ciudad, la ciudad de todos, perdería más brillo y aceptación.

