“Sin educación no hay Revolución posible”: frase de Fidel que aún resuena en escuelas y centros educativos de toda Cuba. Al Líder Histórico de la Revolución se le recuerda por su amplia labor en beneficio de la educación en la isla. Desde su etapa de joven luchador concibió a esta como aspecto imprescindible en el desarrollo de cualquier nación, y la incluyó en su histórico alegato de autodefensa, La historia me absolverá, como uno de los principales problemas sociales de la Cuba de 1953.
Al triunfo revolucionario, las transformaciones en esta esfera no se hicieron esperar. En poco tiempo cientos de cuarteles fueron abiertos para recibir a niños y jóvenes en condición de escuelas. Lo que alguna vez fue muerte se abría paso como certeza de un futuro esperanzador.
La instrucción se llevó a los rincones más intrincados de nuestra geografía, con una campaña alfabetizadora sin precedentes, que enseñó números y letras a sectores antes olvidados. El ámbito universitario también vivió su propia transformación, y miles de nuevos profesionales se formaron en las universidades que alguna vez solo acogieron a unos pocos.
Hoy, con un sistema educacional centralizado y formación gratuita para todo cubano, la huella de Fidel en esta esfera es, cuando menos, evidente. Sin embargo, la visión fidelista sobre la educación no se limitó únicamente al libre acceso y la construcción de nuevas escuelas, sino al papel decisivo de esta en el futuro de la nación.
Educar fue para Fidel más que la lengua materna y las ciencias básicas; fue una forma de promover valores, de rescatar la historia y las tradiciones, de honrar la Patria, de asumir un compromiso con el porvenir. Educar era equivalente a defender la Revolución.
En los momentos actuales, miles de maestros siguen apostando por este camino a pesar de carencias económicas y de las urgencias de la cotidianidad. Trabajan sobre la idea de dotar a las nuevas generaciones de herramientas necesarias para la ciencia y la innovación, pero también para la virtud y el humanismo.
A pocas semanas de haber iniciado un nuevo curso escolar, y sorteando muchos obstáculos, la educación en Cuba se reinventa y resurge según la premisa de aquellos años de múltiples transformaciones. Es esta la mejor forma de empuñar las armas y es, a la vez, un recordatorio de la impronta de Fidel como revolucionario y educador.