Amplio es el concepto de dignidad: decencia, decoro, prestigio, son algunos de sus sinónimos. Pero no se puede reducir su significado solamente a estos vocablos, pues ella es parte de la vida misma.
En Cuba, el 5 de agosto nos invita a reflexionar en torno a nuestra dignidad como nación. Se trata de una fecha para consolidar el orgullo por haber nacido en este suelo y formar parte de la cultura y los valores que nos identifican en todo el mundo.
A menudo, nuestro país se representa como una Isla con playas excelentes, paisajes vistosos y alegría caribeña, pero somos mucho más que eso. Cuba es el hombre que trabaja sin descanso por el bienestar de su familia, la mujer que aporta con sus manos a la sociedad, el estudiante que se alista para el futuro, el niño que sueña con un mundo más feliz. Cuba es la historia y la tradición, la diversidad, la cultura.
Somos también el legado de los héroes de la Patria; del humanismo de Fidel y la pluma certera de Martí. Somos el 10 de octubre de 1868, el Grito de Baire, la Invasión a Occidente, El Moncada; somos el Primero de enero de 1959.
Cuba es un cuartel convertido en escuela; es el médico de la familia; es la universidad gratuita; es el derecho a la vida. Cuba es un canto a la libertad y la justicia; es la convicción de un provenir construido a base de sacrificios, en beneficio de las nuevas generaciones.
La música, el baile y la comida criolla también nos representan, no como una estrategia de mercado, sino como una muestra de identidad, de lo heredado a través de siglos de historia. El arte sirve para unirnos, para identificarnos como cubanos en cualquier esquina del mundo, y pronunciar con orgullo la palabra “Cuba”.
Esa es la dignidad nacional que celebramos cada 5 de agosto; ese es nuestro patriotismo. En honor a nuestros símbolos, nuestras raíces y la historia de la nación, Cuba se alza con grandeza en esta y todas las fechas.