Nacida en 1930, en Santiago de Cuba, Vilma Espín Guillois fue ejemplo e inspiración para los cubanos , especialmente para las féminas. Recordada como la heroína de la Revolución en la sierra y el llano, dedicó su vida al servicio de la Patria.
Desde sus años de estudiante universitaria, se involucró en las acciones de la juventud contra el golpe de estado perpetrado por Fulgencio Batista en 1952. En 1956 Vilma se unió al movimiento 26 de Julio, en el que realizó una amplia labor revolucionaria junto a Frank País García. Su papel en la clandestinidad de las ciudades fue decisivo para la organización del movimiento.
Bajo la dirección de Frank País, tomó las armas en el Levantamiento del 30 de noviembre de ese mismo año en Santiago de Cuba, que pretendía apoyar el desembarco de los expedicionarios del Yate Granma. Posteriormente, asumió la responsabilidad de abastecer de alimentos y municiones a los frentes guerrilleros. En los últimos meses de la gesta revolucionaria, se incorporó a la lucha armada en las montañas de la Sierra Maestra, como parte del Segundo Frente Oriental.
A partir de 1959 una nueva etapa comenzaba en Cuba, marcada por el triunfo de la Revolución. En ella, Vilma se desempeñó como miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, y desde allí impulsó la lucha de las mujeres cubanas por su empoderamiento en todas las esferas de la vida social. Fue protagonista en la creación de la Federación de Mujeres Cubanas, FMC, organización que hasta la actualidad promueve la igualdad de las féminas.
Vilma Espín, tanto en la lucha clandestina como armada, se destacó por su valor y entrega. Al hablar de mujeres cubanas comprometidas con el bien de su nación, su nombre estará siempre entre los primeros. Cada 18 de junio, aniversario de su muerte, Cuba continúa recordando a su eterna heroína.
