IA: Lo artificial en la inteligencia humana 

Inteligencia artificial

“En mis tiempos sí se estudiaba de verdad”, dicen algunos de mis amigos y familiares que cursaron la universidad en los años noventa. Sus principales argumentos para reforzar esta idea, se derivan del creciente uso de la tecnología en la educación, particularmente en la enseñanza superior.

Ciertamente, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) se han vuelto protagonistas del proceso de enseñanza y aprendizaje en universidades de todo el mundo. Cuba no escapa de este fenómeno, pues a pesar de las dificultades para acceder a ciertos programas y aplicaciones, la tan novedosa inteligencia artificial ha incursionado también en muchos de nuestros centros educativos.

En este sentido, una herramienta en particular ha ganado popularidad en los últimos años: chat gpt. Este es un modelo de inteligencia artificial, IA, que recibe y genera textos mediante conversaciones en línea, incluyendo los de carácter académico.

Para los estudiantes es una gran ventaja contar con un asistente virtual de fácil manejo, que pueda por sí solo recopilar información de Internet y presentarla de manera resumida. Surge entonces una interrogante: ante tantas comodidades, ¿puede existir algún peligro? La respuesta es afirmativa.

Recordemos que los datos que circulan en la red de redes, no son necesariamente verídicos, por lo que no toda la información que nos ofrece chat gpt, o cualquier otra herramienta de inteligencia artificial, cuenta con un respaldo científico seguro. Las violaciones a los derechos de autor y el plagio también salen a relucir en este contexto. Sin embargo, el principal incoveniente para los estudiantes se puede resumir en a penas dos palabras: no aprender. 

La digitalización de los procesos que alguna vez se realizaron manualmente, aunque optimiza el tiempo, priva al usuario del contacto directo con la información, es decir, de la lectura detenida que debe hacerse para discriminar el contenido. Esta lectura es fundamental para fijar el conocimiento y adquirir habilidades de redacción y síntesis. Cuando un aparato electrónico realiza todo el trabajo, el cerebro humano deja de ejercitarse. 

Puede que por esa razón, muchos de lo que fueron universitarios antes del auge de la inteligencia artificial sostengan que “lo de ahora no es estudiar de verdad”. Pero el problema radica en la actitud del estudiadante y no en sus herramientas, pues el conocimiento científico no es más o menos eficaz por obtenerse a través de una pantalla.

La solución nunca estará en condenar los avances tecnológicos, sino en incentivar un uso consiente y estratégico de estos, que facilite la rutina del estudio, pero preserve su esencia. Aprender, analizar, ser críticos, esas son tareas que no deben dejarse a los algoritmos, sino al ser humano.

En la universidad se forman los profesionales del mañana, y la calidad de su futuro desempeño dependerá en gran medida de los hábitos de estudio que adquieran en su etapa estudiantil. Para no perder la esencia de la enseñanza universitaria, el pensamiento humano debe priorizarse por encima de la “sabiduría algorítmica”; que lo artificial, no sustituya nuestra propia inteligencia.

Escrito por estudiante de Periodismo Yadila Mesa Chacón