¡Cuán grande era ese hombre de América Latina, de su Venezuela, de Cuba, calificado por Fidel como “el mejor amigo” de la Isla.
Hugo Chávez, no se ha ido porque murió en el cenit de su gloria, con extraordinaria elocuencia, acrisolada conducta, vocación unitaria. Fue y es el líder irremplazable.
Era Chávez, el Bolívar con sueños continentales de unidad, hombre que pudo captar las necesidades de su pueblo para hacerlas suyas y hacer realidad sus ideales de independencia y justicia social.
Su muerte aquel 5 de marzo de 1913, se recuerda como una sombra de dolor y llanto que entristeció el cielo de Cuba y de América. Se despedía el Bolívar del siglo XXI, se apagaba el espíritu de rebeldía para germinar en tierra fértil.
Con una vida breve pero intensa, Hugo Chávez fue el paradigma de pura cepa. Sincero, bailador y cantante de la música profunda de sus tierras, juguetón, bromista decente y diplomático nato. Modesto y humano.
Aunque se marchó para siempre, sin retorno, corazones venezolanos y cubanos lloran su ausencia con tristeza; lloran el alma joven que no merecía partir tan temprano.
Transcurridos 12 años de su último adiós, Cuba le recuerda con amor infinito, con reconocido prestigio, como uno de los grandes de Américas que incursionó en los propósitos integracionistas de Simón Bolívar, a quien tanto reivindicó en la historia de la Gran Patria.
Nunca podrá ser olvidado el hombre de América Latina por su grandeza inmaculada. ¡Hasta siempre Hugo Chávez Frías!