Cuando hablamos de Camilo Cienfuegos Gorriarán nos viene a la mente la imagen de un hombre fornido, de barba poblada y amplia sonrisa, que a pesar de ser de pueblo llegó a encarnar a un Comandante de la Revolución respetado por todos.
Este grande de la historia cubana nació el 6 de febrero de 1932 en La Habana y desde muy joven asumió responsabilidades decisivas que evidenciaron su capacidad y valentía. Lo demostró en manifestaciones populares contra el aumento del precio del transporte allá por 1948 y luego tras el golpe de Estado de Fulgencio Batista en 1952, cuando se unió a otros jóvenes para tomar las armas de la dictadura y combatirla.
La difícil situación en la que estaba sumida la isla de Cuba le llevó a emigrar a Estados Unidos en busca de mejoras y se le vio trabajando como obrero y camarero en varias ciudades. Allí se unió a los emigrantes latinoamericanos y escribió duras críticas contra el gobierno de Batista. Tras ser detenido por el departamento de inmigración de la nación del norte, el hombre del sombrero alado fue finalmente deportado a México. Habría conocido a Isabel Blandón, uno de sus amores, en la ciudad de San Francisco.
En diciembre de 1955, mientras se manifestaba en homenaje a Antonio Maceo, recibió su primera herida de bala. Aún convaleciente, se encontraba en el acto conmemorativo del 103 aniversario del nacimiento de José Martí en el parque central de La Habana. Allí fue detenido, golpeado y registrado como comunista, por lo que volvió a exiliarse en Estados Unidos y luego viajó a la nación azteca.
Se dice que fue el último elegido para la expedición del Yate Granma por carecer de entrenamiento militar, que rápidamente recibió y aprendió hasta el punto de convertirse en guerrillero como el tiempo demostró poco después. Se destacó en Alegría de Pío, en el combate de Uvero, jefe de la vanguardia en la columna guerrillera número 4, en los combates de Bueycito, El Hombrito y Pino del Agua. Fue sin duda llevar el combate al llano y vencerlo lo que le valió el grado de Comandante en 1958 de manos de Fidel Castro, líder de la Revolución.
Dirigir victoriosamente la invasión de oriente a occidente como los mambises, librar la batalla de Yaguajay, acompañar la caravana de la libertad, asumir funciones después del primero de enero de 1959 y controlar las sediciones enemigas prueban la valía del brillante joven guerrillero que no en vano era hombre de la confianza de Fidel.
Camilo Cienfuegos, desaparecido con sólo 27 años, se reencarna en cualquier joven que, como él, sea bromista, alegre, justo, patriota y solidario. Camilo permanece en la memoria histórica como imagen del pueblo y como dijo Fidel, aún con 66 años de desaparición física, en el pueblo puede haber muchos Camilos.