Día del adulto mayor, celebración mundial


Acumular los años, las experiencias, las arrugas no es fácil. ¿Se asimila con naturalidad el paso ineludible del tiempo? ¿Pesan tanto los años que no permiten tener una vejez plena y feliz?

La imagen frecuente del adulto mayor lo resume aquel anciano que asume los deberes hogareños que a los otros miembros de la familia les sobra para que ayuden, hagan algo, cuando la esencia en vez de hacer es formar parte de…

De ahí que cada primero de octubre el mundo reflexiona sobre los que peinan canas en torno a la sostenibilidad y la inclusión de este grupo etario en sus diferentes entornos de desarrollo.

¿Cómo se preparan los gobiernos del mundo para un 2050 donde los sexagenarios, o mayores, serán 2 mil millones, superior al 20% de la población global?

Está claro, cada vez somos más viejos; cada vez existen menos jóvenes sustentando con su producción laboral, un mundo encanecido. En medio de este escenario: ¿Cómo comprender y enfrentar cuestiones demográficas que se convierten en dificultades de desarrollo en el siglo XXI?

¿Cómo potenciar políticas públicas para un progreso sostenible y coherente con la dinámica de la población?

Cuba no escapa de ese panorama, es más, lo padece como pocos países, al ser considerada una de las naciones más avejentadas de América Latina. La mirada debe ir más allá de vanagloriarnos con la esperanza de vida en 77 años, aproximadamente.

Pensar en ello no es solo garantizar condiciones para las necesidades particulares de las personas de edad, sino crear espacio para la contribución social de los ancianos, que aún con niveles inferiores, no debe ser descartable.

Hogares de ancianos y círculos de abuelos, conforman algunas de las iniciativas. La filosofía, como voluntad política, piensa y debe seguir pensando en cuánto aportamos a las personas de la tercera edad y cuánto contribuyen ellos desde sus estados objetivos actuales.

Una jubilación, una edad sexagenaria, no anula los esfuerzos laborales y sociales, que todavía esos sujetos activos pueden asumir.

Aprender a ser viejos es una tarea de todos, el don de envejecer no empieza cuando se cumple los 60, sino desde el propio inicio de la vida.

Casi todos continuamos el juego de esconder los años, se apuesta por los remiendos físicos, se coquetea con las modas, se esconden las canas y cortes de pelos discreto.

Pero nada es definitivo. Nada contiene a los años. Porque envejecer como persona, no puede pensarse como un proceso inevitable, como un atentado a nuestra juventud. Envejecer debe ser un don a disfrutar con la mayor plenitud posible.


Moraima Zulueta Gómez

Acerca de Moraima Zulueta Gómez

Periodista de Radio Grito de Baire

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