Llegó el 2 de septiembre y el amanecer despunta a la gran fiesta del saber. De nuevo a las escuelas, una realidad muy cubana, pese a los desafíos.
La jornada, huele a uniformes planchados y a zapatos limpios para retornar al mundo de las aulas y los maestros, para enfrentarnos a ese universo que se llama curso escolar.
En las calles se escucha la algarabía de la vuelta a clases, de niños, adolescentes y jóvenes, quienes con pasos indetenibles marchan felices, con sueños por cumplir para robustecer la instrucción, el conocimiento.
Es el primer día de escuela con olor a lápices nuevos, libretas inmaculadas y atractivos textos de vivos colores. El reencuentro anima la alegría en rostros libres, radiantes.
En las plazas estudiantiles, el bullicio de los escolares que colorean las explanadas con uniformes y mochilas para comenzar el nuevo período lectivo.
El Apóstol de nuestra Independencia, José Martí, sonríe satisfecho al ver distintas generaciones unidas a la familia que no renuncian, con determinación y esperanza a que este sea un gran curso escolar, abierto a nuevos aprendizajes.
“Ser culto para ser libres”, es la frase martiana que da la bienvenida en el aula, junto a la sencillez y elocuencia del maestro, entrenado en la paciencia y la sabiduría para educar con la mejor ley.
Aprender conocimientos, habilidades y valores para desarrollar un pensamiento propio, es el gran reto para seguir viendo resplandecer el sol de una conquista irrenunciable que asegura en cada trinchera del saber alas y color.