La Patria hoy reverencia la dimensión humana del héroe, del guerrillero inmenso que a fuerza de coraje, capacidad de mando y destreza táctica, fue el mejor capitán por su osadía retadora del peligro.
Entre sudor y fuego se forjó Ramón Paz Borroto, ascendido a Comandante unas 48 horas antes de su muerte, grado militar que avaló un camino de hazañas escritas por el líder clandestino y destacado Jefe rebelde.
Cercanías del central América Libre, de nuestro Contramaestre, dieron amparo familiar al hijo avileño que Cuba contempla orgullosa, a esta alma ejemplo de lealtad, valor y capacidad.
El movimiento 26 de julio bajo las órdenes de Frank País, atesora la extraordinaria estatura del combatiente guerrillero de 6 pies y 3 pulgadas, cuyo sueño de libertad fue inspiración intransigente de su tiempo.
La Sierra Maestra, venera las arriesgadas misiones cumplidas tras la forja de una proeza del intrépido joven, cultivado en la minería como obrero humilde para luego emprender la Ofensiva de verano junto al Comandante en Jefe Fidel.
Ramón Paz Borroto, uno de los soldados más completos y mejores del Ejército Rebelde es luz infinita, es el hombre de cualidades excepcionales que la historia de la nación vio crecer para reflejar un héroe real, creíble y convincente.
El siempre fiel discípulo de Fidel, recto y a la vez humano, padre cariñoso, capitán autocrítico y con vergüenza ante el error, justo y valiente, es dimensión imborrable para las nuevas generaciones que recuerdan hoy el aniversario 100 del natalicio de una leyenda que, simbólicamente, reclama órdenes para continuar peleando por la Revolución.
