Fidel fue el fundador de ese organismo, Planificación Física, para acompañar las grandes transformaciones revolucionarias. El cambio era urgente y necesario para dar un uso óptima al suelo, para ordenar las actividades de la nación con una visión y perspectiva de desarrollo.
Trabajar por lo que se amaba era prioridad para construir una sociedad nueva, edificar una economía y equilibrar el medio ambiente. Transformar un país fue compromiso de técnicos especialistas, de hombres y mujeres con voluntad y deseos de hacer del desarrollo del país, un modelo próspero.
Fidel estaba seguro que las ciudades, poblados, asentamientos humanos, contarían con una infraestructura social al alcance de su pueblo. Escuelas, hospitales, fábricas, instalaciones deportivas y culturales, parques, industrias y carreteras, cumplirían su misión para una creciente urbanización.
Fidel tenía la certeza de que las riquezas tenían que ser del pueblo, que adelantar el camino de la economía ordenada y planificada constituía una misión inmediata y estratégica.
Cuba fue ganando en organización, experiencia y perfección, para erradicar deficiencias urbanísticas en busca de impactos en asentamientos humanos que hoy disfrutan de servicios diversos, de condiciones higiénico sanitarias, que aseguran una calidad de vida su gente.
Una tarea con nombre de Vida para enfrentar el cambio climático es de agradecimiento eterno a Fidel, su artífice principal, empeñado en mirar el mañana como algo urgente, colocando la ciencia y la tecnología en defensa de la protección de los ciudadanos de su país, ante el grave desafío ambiental.
Hoy damos gracias por la existencia del Instituto de Planificación Física, organismo que ha aportado mejoras permanentes para regalarnos con respaldo legal, ciudades y poblados con una belleza estética en armonía con la arquitectura, el suelo y el paisaje, para hacer realidad un sueño prometido por Martí y cumplido por Fidel, de construir una Patria hermosa con beneficios al alcance de todos.

