Ante el malecón habanero desfilaron aquel 14 de mayo de 2004 las razones de un pueblo patriota y revolucionario que defendería sus conquistas al precio que sea necesario, porque los cubanos no solo tenemos la capacidad de soñar, sino también la capacidad de forjar.
Y en ese camino de resistencia y victoria estaba la respuesta a las pretensiones enjerencistas del señor Bush. Levantando sus voces en contra de la política norteamericana, era visible el pueblo cubano a lo largo del malecón capitalino, era la manifestación más grande de su historia extendida por varias horas.
Fidel precedió la gigantesca marcha en espera de la proclama de un adversario del gobierno de Estados Unidos. En esa multitud de hombres y mujeres dignos de la nación, el Comandante en Jefe recordó que no existía en el mundo que se pretendía imponer, eticidad, credibilidad, normas de justicia, sentimientos humanitarios, ni principios de solidaridad y generosidad.
Un millón de cubanos acompañaron esa gran marcha de protesta contra las medidas adoptadas por Bush y su llamado Programa de Trabajo. Fidel dejó claro que el objetivo no era ofender el mandatario norteamericano, pero sí responder a la intimidación de su país. Fidel consideró que era elemental recordar algunas verdades, pues no había moral ni derecho alguno para hablar de libertad, democracia y derechos humanos.
Fidel avizoró que el poder del Presidente de Estados Unidos estaba basado en la capacidad de destruir por la fuerza de la humanidad con sus intentos de imponer una tiranía mundial, ignorando y destruyendo a la organización de Naciones Unidas, violando los derechos de cualquier país, llevando a cabo guerras de ocupación, para apoderarse de los mercados y los recursos del mundo.
Ese 14 de mayo de 2004, las razones de un pueblo revolucionario por defender sus conquistas tuvieron su eco en el planeta, demostrando el sendero de la verdad, la resistencia y la victoria, para dar la respuesta a las pretensiones injerencistas del señor Bush.
