Aguas dulces son cómplices de la grandeza de hombres sencillos, de piel curtidas por el sol, que acompañadas por el silencio, aman su labor de esfuerzos y desafíos.
Su carácter noble y sacrificio diario, es la huella que trasciende entre brisas que soplan desde puntos cardinales diversos, interpretando el mensaje de la naturaleza divina.
Sus cuerpos, desandan lares donde las especies de aguas dulces tienen su hábitat cotidiano, donde presas, micropresas, o estanques, padecen del efecto de un recrudecido bloqueo que obliga a sus hombres a la búsqueda de inventivas en función de las embarcaciones y las artes pesqueras.
En acuicultura de Contramaestre está el conocimiento de esta actividad y de sus protagonistas, quizás aprendido desde la niñez o tal vez cultivado en la escuela, para lograr el objetivo esencial: la captura.
Fríos amaneceres o cálidos días, abrigan la esperanza del pescador consagrado a su vida. Las aguas dulces del territorio son sus fieles testigos. Para unos el secreto lunar como el secreto de las profundidades es la brújula que orienta; para otros la dedicación, el esmero y la sabiduría.
Contra viento y marea, cada jornada se traduce en reto, en inspiración y compromiso en presencia de tiempos duros, en los que hombres y mujeres de la pesca devienen en ejemplo de entrega y sacrificio.
Hombres cómplices de aguas dulces
