Tributo a Céspedes a la distancia de 150 años

Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria

El sueño de la lucha armada por la independencia de Cuba se hizo realidad con el Grito de Yara liderado por Carlos Manuel de Céspedes, el 10 de octubre de 1868 en su ingenio La Demajagua. Hoy no tenemos otra alternativa que rendir homenaje al Padre de la Patria en el 150 aniversario de su muerte.

Carlos Manuel de Céspedes, después de graduado en Derecho Civil en la Universidad de la Habana, viajó a Barcelona, España para continuar sus estudios. Allí recibió importante influencia de los independentistas catalanes, y participó activamente en una sublevación contra el gobierno español por la cual ganó el grado de capital de las milicias civiles.

Debido al fracaso de la rebelión, tuvo que asilarse en Francia, desde donde viajó a Alemania e Inglaterra, se volvió políglota y, sobre todo, descubrió una realidad distinta a la de la Cuba colonial oprimida. Tomó entonces conciencia de que su destino era luchar por la libertad de su patria.

Indignado por la política colonial española, Carlos Manuel de Céspedes expresó regularmente su descontento. Cuando Toribio Gómez Rojo, gobernador español de Bayamo, organizó un banquete para celebrar la ejecución en septiembre de 1851 del revolucionario venezolano Narciso López, autor de varias expediciones para liberar a Cuba, Céspedes denunció públicamente ese acto. Fue entonces arrestado por las autoridades y encarcelado por primera vez durante cuarenta días.

Después de salir de las mazmorras españolas, Céspedes decidió mudarse a Manzanillo en 1852. Sus posiciones políticas le valieron otra estancia detrás de las rejas y hasta un exilio forzado a Baracoa. En 1855 las autoridades coloniales lo arrestaron otra vez por su compromiso a favor de la emancipación de Cuba. Después de su liberación se ocupó de sus negocios afectados por sus estancias repetidas en prisión y elaboró en secreto sus primeros planes a favor de una Cuba libre.

En 1867, después de una década de gestación, Carlos Manuel de Céspedes compró la plantación azucarera La Demajagua, en Manzanillo. Elaboró un plan insurreccional con varios compatriotas, entre ellos Pedro Figueredo, autor de La Bayamesa, himno nacional de Cuba. Ese himno se inspiró directamente de la primera canción de amor con el mismo nombre que produjeron en 1848 Céspedes y Francisco Castillo Moreno para la música y José Fornaris para la letra. Figueredo decidió conservar la música y escribir un canto revolucionario ampliamente inspirado de La Marsellesa.

En 1868 Carlos Manuel de Céspedes organizó reuniones con varios comités patrióticos de la región integrados por importantes figuras de la inminente guerra de independencia, tales como Belisario Álvarez, Salvador Cisneros Betancourt o Isaías Masó. El 4 de agosto de 1868 Céspedes participó en una junta revolucionaria en la propiedad San Miguel de la ciudad de Las Tunas. Lanzó un llamado a la sublevación:

“Señores: la hora es solemne y decisiva. El poder de España está caduco y carcomido. Si aún nos parece fuerte y grande es porque hace más de tres siglos que lo contemplamos de rodillas. ¡Levantémonos!”

Mientras Céspedes deseaba lanzar el movimiento insurreccional a la mayor brevedad, se enfrentó a la oposición de los representantes de Camagüey, Salvador Cisneros Betancourt y Carlos Mola, que prefirieron retrasar la fecha por la falta de armas. Céspedes decidió entonces fijar la fecha del levantamiento para el 14 de octubre de 1868. Pero el Capitán General español Francisco Lersundi descubrió el proyecto revolucionario y ordenó, mediante un telegrama del 7 de octubre, la captura del líder cubano. Avisado a tiempo por el telegrafista Nicolás de la Rosa, Céspedes convocó a las fuerzas independentistas el 9 de octubre en su propiedad La Demajagua y adelantó la fecha de la insurrección.

El 10 de octubre de 1868, en La Demajagua, Carlos Manuel de Céspedes lanzó el Grito de Yara y entonó un “¡Viva Cuba Libre!”. Proclamó la independencia de Cuba y decretó la insurrección a la cabeza de 150 revolucionarios. En el Manifiesto, explicó las razones de la rebelión:

“Al levantarnos armados contra la opresión del tiránico Gobierno español, siguiendo la costumbre establecida en todos los países civilizados, manifestamos al mundo las causas que nos han obligado a dar este paso […]. España nos impone en nuestro territorio una fuerza armada que no lleva otro objeto que hacernos doblar el cuello al yugo férreo que nos degrada”.

Siempre recordaremos entre otras cosas, al Padre de la Patrio por haber sido el primero en prender el fuego que terminó por quemar más de 400 años de explotación y opresión, al triunfar la Revolución cubana el 1ro de enero de 1959.

Carlos Manuel de Céspedes: Cuba venera su memoria

Como un sol de fuego que se hunde en el abismo, cayó el Padre de todos los cubanos, Céspedes. Los lomeríos de San Lorenzo, del Tercer Frente Oriental, aún lo lloran, extrañan su ausencia, recuerdan su legado.

El intrincado paraje de la serranía santiaguera, siente los pasos del hombre símbolo de infinita vigencia, del alma de mayor prestigio dentro del campo mambí, del cubano íntegro y cabal, de pensamiento radical y avanzado para su época.

La Patria vive orgullosa porque tuvo entre sus hijos al hombre que quiso despertar un pueblo dormido para el bien de todos, al semejante que conjugó palabras y acción para ser el iniciador de la Revolución en Cuba, al amante de la naturaleza, el ajedrez, la poesía, las artes y la instrucción.

El Turquino hoy rememora bajo el cielo purísimo de Cuba, al inmortal que guarda su presencia entre gente que lo recuerdan, al humano que en sus últimos días enseñó a leer y escribir a guajiritos del lomerío, al ser de elevada cumbre.

Carlos Manuel de Céspedes no se ha ido, porque su San Lorenzo, lugar de caída en un combate desigual, evoca la grandeza del más decidido a levantarse en armas, el que tuvo la clara idea de aquel lanzamiento necesario para iniciar la lucha por la independencia.

El eco de su voz y su ideario, resuenan este 27 de febrero en la Cuba que venera su memoria, en la nación que atesora el ejemplo del Héroe de La Demajagua, en la Isla donde el honor es reverencia perpetúa al hombre culto que dominaba con fluidez el inglés, francés, italiano, y era erudito en las fuentes latinas.

A Céspedes, Padre de la Patria, que confió en el esfuerzo propio de los cubanos para obtener la independencia, tomando las armas en nombre de la igualdad de todos los seres humanos y del derecho de todo el pueblo a la dignidad… Gloria eterna.

Por Moraima Zulueta Gómez.