Desde designada la Tierra Prometida para la formación del estado de Israel mediante acuerdo de las Naciones Unidas en 1947, las relaciones entre el pueblo judío y Palestina han estado manchadas de sangre, violencia y guerra, como consecuencia de una política expansionista de los primeros sobre los segundos, con el apoyo ilimitado del gobierno de los Estados Unidos.
Desde entonces el pueblo palestino ha contado con la solidaridad internacional, ante los sistemáticos ataques sionistas que han causado la pérdida de miles y miles de vidas inocentes, el robo de territorios y la destrucción de la infraestructura civil.
Hoy Israel constituye una potencia en el Medio Oriente, con un ejército altamente preparado y con un armamento de última generación cuyo único objetivo es mantener la hegemonía en la región, conveniencia de talla mayor para el gobierno norteamericano.
Tras el ataque recientemente llevado a cabo por el grupo Hamas contra Israel, como respuesta a las tantas muertes y destrucción del pueblo palestino, el ejército sionista ha desatado una ola de bombardeos indiscriminados contra la infraestructura civil con los que ha provocado la muerte de niños, ancianos y mujeres, sobre todo luego del bombardeo a un hospital en territorio palestino.
Este horroroso hecho ha recibido el rechazo de casi toda la comunidad internacional, mientras la administración de Joe Biden haya correcta la ofensiva vengativa de Israel contra en pueblo de Yasser Arafat.
De modo que cada espacio que tengamos, aquellos que luchamos por el bien de la humanidad y contra las políticas imperialistas encabezadas por los Estados Unidos e Israel tenemos que alzar nuestras voces para denunciar cada hecho, cada acción abominable que traiga sufrimiento, terror y muertes de inocentes como consecuencia la ambición, la codicia, el egoísmo de estas potencias imperiales que pretenden tener el derecho de decidir sobre las demás naciones, sin sufrir las consecuencias.